La Educación en la Antigua Roma
La educación en la antigua Roma era un aspecto fundamental de la vida de los ciudadanos romanos, tanto hombres como mujeres, de diferentes clases sociales y edades. La educación romana se basaba en el modelo griego, pero también incorporaba elementos propios de la cultura y la tradición romanas.
La educación se basaba en el aprendizaje de las tradiciones, las leyes y las normas sociales que definían lo que significaba ser romano. Además, la educación también tenía como objetivo proporcionar a los jóvenes los conocimientos y las habilidades necesarias para desempeñar su papel en la sociedad, ya fuera como políticos, comerciantes, administradores o esposas y madres.
En este artículo, vamos a explorar cómo era la escuela en Roma, desde la infancia hasta la adolescencia, y qué materias se enseñaban en cada etapa.
La primera infancia: el papel de la familia y las nodrizas
Los primeros años de vida de los niños romanos se desarrollaban en el seno de la familia, que era la unidad social más importante en Roma. La educación de los niños era responsabilidad de la madre, que les enseñaba las normas sociales, las tradiciones y las leyes que debían seguir como buenos romanos. Estos valores se conocían como el mos maiorum, es decir, la costumbre de los ancestros.
Sin embargo, muchas madres de las clases altas delegaban esta tarea en las nodrizas, que eran esclavas o mujeres libres al servicio de la familia. Las nodrizas se encargaban de amamantar a los niños, cuidarlos y acompañarlos en sus actividades cotidianas. Los niños solían desarrollar un vínculo afectivo muy fuerte con sus nodrizas, a las que consideraban como una segunda madre.
Los primeros juguetes que tenían los niños eran los sonajeros (crepitacula), que servían para entretenerlos y estimular sus sentidos.
Los niños debían respetar a su padre, al que llamaban domine (señor), y aprender a comportarse como buenos ciudadanos.
La escuela elemental: aprender a leer, escribir y calcular
A partir de los siete años, los niños empezaban a asistir a lo que podríamos llamar una escuela elemental, donde se les enseñaba lo básico: leer, escribir y hacer cálculos simples. Se impartía en una escuela llamada schola Estas habilidades eran necesarias para poder desenvolverse en la sociedad romana, donde se usaba el dinero y no el trueque, y donde se requería al menos conocer el alfabeto. La escuela estaba regida por el calendario religioso y las clases se daban por las mañanas.
La escuela elemental estaba dirigida por un maestro llamado ludi magister, que solía ser un esclavo o un hombre libre de baja condición social. El maestro impartía las clases en una habitación alquilada o al aire libre, donde se sentaba en una silla elevada y los alumnos se sentaban en bancos o en el suelo. El maestro usaba un punzón (stilus) para escribir sobre tablillas de cera o sobre fragmentos de cerámica (ostraca), y una pluma y tinta para escribir sobre papiro o pergamino.
La escuela era mixta hasta los doce años, edad en la que los niños pasaban a la siguiente etapa educativa y las niñas se quedaban en casa para aprender las labores domésticas.
La escuela secundaria: estudiar los autores clásicos y la mitología
Los niños que continuaban su educación después de los doce años pasaban a la escuela secundaria, donde se les enseñaba a leer y analizar los autores clásicos, tanto griegos como latinos, así como la mitología, la geografía y la historia. Estas materias servían para ampliar su cultura general y prepararlos para la vida pública.
Se impartía en un centro llamado gymnasium o palaestra. La escuela secundaria estaba dirigida por un maestro llamado grammaticus, que solía ser un hombre culto y respetado. El maestro impartía las clases en una habitación más amplia y cómoda que la anterior, donde se sentaba en una silla junto a una mesa con libros y rollos de papiro. Los alumnos se sentaban en semicírculo alrededor del maestro y leían en voz alta los textos que él les indicaba.
Se encargaba de enseñar a los alumnos las obras más avanzadas de la literatura latina y griega, así como nociones de retórica, filosofía, música y deporte. Los alumnos debían analizar y comentar los textos, así como componer sus propios discursos y poemas. El profesor también podía organizar debates y competiciones entre los alumnos para estimular su capacidad crítica y creativa.
Los autores más estudiados eran Homero, Hesíodo, Esopo, Platón, Aristóteles, Heródoto, Tucídides, Eurípides, Sófocles, Aristófanes, Menandro, Virgilio, Horacio, Ovidio, Cicerón y Livio. El maestro explicaba el significado de las palabras difíciles, el contexto histórico y cultural de las obras y los aspectos literarios y retóricos de las mismas.
Las niñas también podían asistir a esta etapa educativa si sus padres lo deseaban o podían permitírselo. En ese caso, solían tener un preceptor particular que les enseñaba los clásicos en casa.
La escuela superior: aprender retórica y filosofía
A los dieciséis o diecisiete años, los jóvenes debían decidir entre seguir una carrera militar o continuar sus estudios. Los jóvenes que querían seguir estudiando después de los dieciséis o diecisiete años pasaban a la escuela superior, donde se les enseñaba retórica y filosofía. Estas materias servían para formar su pensamiento crítico y su capacidad de expresión oral y escrita.
A esta etapa solo accedían los jóvenes más brillantes y adinerados que querían perfeccionar sus conocimientos y convertirse en oradores, juristas o filósofos. La escuela superior estaba dirigida por un maestro llamado rhetor o philosophus, que solía ser un hombre ilustre y prestigioso. El maestro impartía las clases en un edificio público o privado dedicado a ese fin, donde se sentaba en una silla junto a una mesa con libros y rollos de papiro. Los alumnos se sentaban en filas frente al maestro y le escuchaban atentamente.
En esta etapa, el maestro o rhetor se encargaba de enseñar a los alumnos las técnicas más sofisticadas de la oratoria, así como los principios del derecho y de la filosofía. Los alumnos debían asistir a las conferencias del maestro, así como participar en ejercicios prácticos de argumentación y persuasión. El maestro también podía acompañar a los alumnos a los tribunales o al senado para que observaran el arte de la elocuencia en acción.
La educación en Roma era un proceso largo y exigente que pretendía formar a los ciudadanos romanos en todos los aspectos de su vida personal y social. La educación romana fue una de las bases de la civilización occidental y dejó un legado cultural que perdura hasta nuestros días.